viernes, 4 de septiembre de 2015

De juventud: A mi manera: Poesía

POESÍA
(versos acrósticos)

La poesía que avanza
asesinando sonetos.

Peligrosa arma
obligada a disparar
entre romances y silvas pasados,
seguidos de otros metros
igualmente perseguidos,
arrastrados hacia el fin.

Elegid la munición,
seleccionad la más certera.

Usad bien y con cuidado;
nada sucede por sí mismo.

Aniquila en silencio
rimas, ritmos y medidas y
menosprecia con burla
anestesiadora la pasada poesía.

Cargada mortalmente,
amparada en los tiempos venideros
regados de savia nueva, ensombrece
gigantes de poesía,
amarilla de vejez,
denigrada hasta el próximo
alborear de un nuevo renacimiento.

Debilitadas sus fuerzas
en esta lucha eterna.

Fugaz ya será el recuerdo,
únicamente algunos
todavía evocarán los viejos modos
un instante, nada más,
rememorando los pasos que, igual que ellos,
otros dieron.

Ganará, como es costumbre, la evolución
asesina en su siempre inútil
búsqueda de algo que permanezca
rumbo al infinito.
Ilusión que habita en el alma
escogida de unos pocos,
libres de elegir su sinrazón.


Criminal que, sin castigo,
en un cíclico trayecto
limita la expresión de un pensamiento
arrinconando sin dudas lo ya pasado
y diciendo con voz pausada la eterna
alegoría: “La poesía es un arma cargada de futuro”.


Angel F. García
Mayo 1980 y Septiembre 2015

1 comentario:

Anónimo dijo...

Recuerdo al malabarista que en la pista de circo hacía girar los platos de porcelana sobre una varilla metálica. Ya era un alarde de habilidad y equilibrio. Pero… ¿y si ese mismo malabarista añadiese una dificultad más, poniéndose una venda en los ojos? La admiración, entonces, me dibujaba en la cara un gesto fascinado y risueño.
El poeta también es un malabarista. Es tan habilidoso haciendo equilibrios con las palabras, que la admiración que despierta es inmediata. Pero algunas veces, a esa dificultad ya grande de mantener una torre de palabras sin que se venga al suelo, añade una dificultad más: se impone los versos acrósticos en su poema. Como en el circo, oigo entonces en mi cabeza: ¡Vean señores, más difícil todavía!
Y es ahí cuando me sorprendo descubriendo en mi cara un gesto fascinado y risueño.

Enhorabuena, señor poeta.

Pandora