TORMENTA
La aguja del
campanario acaricia el lomo de las nubes.
Un dedo de
luz atraviesa la frágil estructura
Mientras atabales
mil, a contratiempo, anuncian su llegada.
Tiránico
monarca que en tropel lanzas tus tropas;
Otrora
fuiste tú magnánimo benefactor
Y arrasas
hoy tu obra más hermosa.
Cruel,
insensible al dolor ajeno,
¿No escuchas
el llanto desgarrado de la madre
A quien
robaste su ser más querido?
Colérico
desatas tu furia.
La mano con la
que diste vida,
El corazón
ahora hiende.
No hubo obra
humana o raíz profunda
Que soportar
pudiera tu avenida,
Henchida de
los estragos de tu ira.
Lágrimas,
que no perlas de lluvia,
Arrogante
prendes en el alma
Descarnada
de la vida.