Hoy te pensé.
Y por un instante, nada,
volviste a estar a mi lado:
aquellas leves palabras
acariciando mis labios,
aquellos besos eternos
que temblaban al contacto
de una cuerda de guitarra,
aquel mirar descarado
de una niña que jugaba
a dibujar en el alma
rasguños de agua y barro.
Ángel F. García