jueves, 18 de noviembre de 2010

La Elegida

Despertaba al sentir sobre su piel la tibieza de los rayos del sol, era una sensación muy agradable, todo su ser se distendía, liberándose de la rigidez con la que se protegía del frío abrazo nocturno.
La luz se filtraba por entre las verdes rendijas saludando con la alegría de la vida un nuevo amanecer; toda su familia se encontraba disfrutando del mismo placer, aquí al lado su hermana y un poco más arriba, a la izquierda, su prima; unos por aquí, los otros más allá, incluso distinguía en el extremo más alejado a un pariente lejano del que no recordaba su nombre.
Una vez saciado el apetito esperaban, perezosas, que la temperatura fuera incrementándose para proceder a lucir sus mejores galas. Se esmeraban en conseguir un brillo espectacular sobre los finos maquillajes de tonos rojos, amarillos y anaranjados... Todo era poco para conseguir el favor del dios, ser la elegida...
¡La elegida!, la ilusión de todas, el objetivo de una vida, que les hacía que vistieran sus mejores galas, intentando en todo momento conservar la piel tersa y brillante; su símbolo de distinción eran los colores con los que se embellecían y de los que se sentían tan orgullosas, no como aquellas otras de las que había oído hablar a las más mayores en las largas noches, aquellas que no vestían con lindos trajes ni se maquillaban para agradarle, aquellas que no obtenían su favor.
Hoy se sentía especialmente bella, algo en su interior le decía que ella sería la Elegida; miraba a su alrededor y no veía a ninguna más hermosa, ni más resplandeciente, ni mejor vestida, su piel era con diferencia la más increíble combinación de tonos que nunca antes se hubiera podido contemplar.
¡Qué orgullosa se sentía de ello!, sin duda hoy sería el gran Día, la culminación de toda una vida dedicada a prepararse para satisfacerle.
Un rumor apagado comenzaba a escucharse, poco a poco iba elevándose el volumen cuando todas comenzaron a agitarse inquietas, parloteando nerviosas al sentir su presencia. Paso a paso se estaba acercando, aquellas que se iban quedando atrás comenzaban a sumirse en los profundos abismos del desánimo y la tristeza... ellas no eran la elegida...
¡Está aquí!. Ha llegado a su altura, el solo hecho de sentir su presencia tan cercana le hace temblar como una florecilla... ¿Será hoy el gran día?, se preguntaba sin cesar, todo su ser era un volcán a punto de entrar en erupción.
Al sentir su tacto no puede resistir más la emoción y cae desmayada, por fin todos sus sueños se habían hecho realidad, ¡ella era la Elegida!, tanta tensión, tanto trabajo habían dado sus frutos.
Cuando despertó no sabía dónde se encontraba, no estaba en su casa, de eso estaba segura, no escuchaba las familiares voces que le habían acompañado desde el principio de su existencia y le faltaba su hermoso paraguas verde que le protegía cuando el sol hacía sentir todo su poder; pero era un lugar tan hermoso, tan lleno de luz que no le importaba estar sola.
Repentinamente la realidad se hizo presente y sintió en su piel las de otros seres que se encontraban junto a ella, unos eran peludos, otros vestían con colores y texturas que nunca antes había contemplado, incluso uno de ellos, el que parecía más viejo, estaba encorvado. Continuaba estupefacta cuando sintió de nuevo su presencia y en aquel mismo instante quedó paralizada.
"Mamá, -se oyó decir a un niño-, ¿puedo comer esa hermosa manzana?".
"Claro que sí, hijo mío", respondió la madre.
Y ella sintió como se elevaba en el aire.